Los errores en los
estudios pueden ser aleatorios o
debidos al azar, o bien sistemáticos,
en los que podemos haber intervenido nosotros, como investigadores.
Error aleatorio:
Afecta
a la precisión de los resultados estimatorios obtenidos y viene dado por el uso
de muestras probabilísticas, empleadas en los estudios ante la imposibilidad
evidente de trabajar con poblaciones
enteras. Ante ésta diferencia numérica, los datos no serán nunca coincidentes
entre ellos. Mediante el cálculo del tamaño mínimo muestral, el uso de test de
hipótesis y el cálculo de márgenes de confianza, podremos controlar un poco el
error, pero seguirá existiendo.
Error sistemático:
Es
aquel que desplaza artificialmente las diferencias encontradas en un estudio,
en un sentido o en otro, aumentándolas o disminuyéndolas.
Hay
tres tipos:
o Sesgo de selección:
Ocurre cuando algún o algunos individuos no encajan por alguna característica
discordante, en la muestra previamente escogida. Su presencia, “contamina” los
resultados obtenidos, haciendo que el estudio no tenga validez interna. Un
ejemplo también podría ser las negativas a participar o los abandonos durante
un seguimiento.
o Sesgo de clasificación:
Este sesgo depende de la validez y fiabilidad del método utilizado para recoger
la información. Puede diluir diferencias realmente existentes: No diferencial, o bien exagerarlas: Diferencial. Viene dado tanto por
afectar a la exposición, como al efecto.
o Sesgo de confusión:
Es una distorsión en las estimaciones del estudio producida por la intromisión
de una variable confundente. Por ejemplo, si estuviéramos realizando un estudio
sobre los beneficios del aceite de oliva en relación a niveles altos de LDL, y
determinadas ensaladas se estuvieran preparando en vez de con este aceite, con
aceite de girasol, la variable confundente sería el aceite de girasol porque
los resultados no serían fieles al objetivo que nos habíamos propuesto.
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