domingo, 31 de marzo de 2013

"Todo conocimiento es la respuesta a una pregunta" (Bachelard)


Cualquier persona, sin ser científico ni tener vocación investigadora, siente una curiosidad innata que hace que se cuestione porque, como o de qué manera ocurre algún  hecho que observe en su entorno cotidiano, más o menos frecuentemente.

Los grandes avances científicos de la humanidad vienen dados gracias a esta curiosidad intrínseca humana, afortunadamente repetida múltiples veces, pues en algún momento y en algún lugar, siempre hay alguna persona que escudriña sin parar algún fenómeno observable, se hace a sí mismo una pregunta, formula una hipótesis y manejando variables, no descansa hasta encontrar un resultado, la respuesta a su incógnita.

La importancia de la labor investigadora en todos los ámbitos esta fuera de toda duda, más aún en el campo de la salud, donde la profesión enfermera tiene mucho que aportar  en su situación de cercanía al paciente, investigando en su campo para mejorar la salud de la población, ofrecer mejores cuidados y con ello, crecer profesionalmente, ampliando su cuerpo de conocimientos.

Es la mayor esperanza de vida, (con lo que esto conlleva de cronicidad de las enfermedades) y las expectativas que como usuarios tenemos hacia el sistema de salud, lo que reclama cada día más recursos, económicos, humanos y sociales, lo que debe motivarnos a intentar añadir nuestro granito de arena con nuestros estudios, en la búsqueda de la mayor eficacia al menor coste posible.

Para llevar a cabo estas investigaciones y estudios es fundamental la adquisición de conocimientos teóricos previos sobre metodología de investigación y método científico, ya que tenemos que ceñirnos a unos estándares necesarios que den estructura a nuestros trabajos, a la vez que los hacen verificables, observables, medibles y reproducibles en cualquier otro tipo de población o comunidad.


  

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